Sabemos que la Tierra no gira derechita, sino que lo hace inclinada
en un ángulo de 23.5°. Esto hace que la luz del Sol no llegue con la misma
intensidad a toda la superficie de la Tierra y haya un calentamiento desigual,
y con esto, vientos y las diferentes estaciones del año.
El eje de la Tierra siempre apunta hacia la misma dirección
en el espacio (el polo norte apunta hacia Polaris, la Estrella del Norte). En
junio, el hemisferio norte está inclinado hacia el Sol, recibe luz y calor de
manera más directa y tiene días más largos que las noches. Seis meses después,
en diciembre, la Tierra habrá dado la mitad de su vuelta alrededor del Sol. El
hemisferio norte ahora no estará inclinado hacia el Sol, recibirá menos luz y experimentará
el frío invierno, mientras que el hemisferio sur estará disfrutando de un caluroso
verano.
A estos dos momentos del año, al de mayor y menor luz solar,
se les conoce como solsticios(que en latín significa "el sol se detiene"), ocurren
el 21 de junio y 21 de diciembre —aproximadamente— y marcan el inicio del
verano y del invierno, respectivamente.
Cuando ambos hemisferios reciben la misma cantidad de luz
solar, experimentamos la primavera y el otoño, y los días y las noches tienen
casi la misma duración.
A estos momentos del año se les conoce con el nombre de
equinoccios (que quiere decir "noche igual") y ocurren, generalmente, el día 20 de marzo y el 22 de septiembre marcando
el inicio de la primavera —el primero— y del otoño —el segundo—.
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