El agujero de la capa de ozono es una región de la
estratósfera, la segunda capa de la atmósfera de la Tierra, en donde la concentración
de ozono es mínima.
El ozono es una molécula compuesta por tres átomos de
oxígeno, y la capa de ozono, que se extiende a una altura de 20 a 30 km por
encima de la superficie terrestre, protege la vida en la Tierra de los rayos
ultravioleta (UV) emitidos por el Sol.
En la
década de los 80, los científicos detectaron por primera vez, una disminución
del 40% de la cantidad de ozono sobre la Antártida, fenómeno que nombraron AGUJERO
DE OZONO. Este agujero, se forma
cada año, entre septiembre y noviembre por encima de la Antártida. Una de las
causas principales de su formación, corresponde al uso generalizado de los
clorofluorocarbonos (CFC), un químico presente en los aerosoles y los
refrigerantes.
Los CFC se descomponen por acción de la radiación
ultravioleta procedente del Sol y, cuando esto ocurre, se libera cloro, que destruye
el ozono estratosférico. Sin el ozono presente, los rayos UV, altamente
dañinos, pueden alcanzar la superficie de la Tierra, lo que representa una
amenaza para todos los seres vivos del planeta.
A
través de un tratado internacional llamado el Protocolo de Montreal (firmado
por primera vez en 1987), 197 países han acordado eliminar el uso de CFC, y hasta
ahora, la capa de ozono parecía recuperarse poco a poco. Sin embargo, un
estudio reciente ha revelado que la variación en el tamaño del agujero de
ozono, se debe en mayor medida a los patrones del viento y no a la disminución
del uso de estos químicos.
De acuerdo a los resultados del nuevo estudio,
los CFC son moléculas muy estables, que tienen
que elevarse a la estratosfera antes
de descomponerse, por lo que a pesar de que la eliminación gradual de los CFC está funcionando, el impacto del Protocolo de
Montreal no se
notará en la capa de ozono hasta
el año 2025, y el agujero, no estará completamente
sanado hasta el 2070.
Por supuesto, para
las personas en las latitudes
del sur, la exposición UV sólo depende del tamaño
del agujero, por lo que no importa si los patrones climáticos o los CFCs son los responsables de su extensión.
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