“Si la abeja desapareciera del planeta, al hombre sólo le quedarían 4 años de vida” -Albert Einstein
El pasado mes de agosto, la revista norteamericana Time,
dedicó su portada y su artículo principal a un grave misterio: la desaparición
a gran escala de las abejas en el mundo. Y es que este problema actual, que los
científicos adjudican a una enfermedad conocida como “Trastorno de colapso de
colonias” (CCD por sus siglas en ingles), ha ocasionado una desaparición masiva
de estos animales en Estados Unidos y en Europa Occidental; una desaparición
que sin duda tumbaría la base de nuestro sistema alimenticio y amenazaría
nuestra supervivencia.
Las abejas son esenciales para el equilibrio ecológico en el planeta, ya
que aproximadamente el 75 por ciento de la flora silvestre se poliniza gracias
a las abejas y casi el 40 por ciento de las frutas y verduras que comemos,
proceden de la polinización. El riesgo de perder la polinización se
traduciría en un mundo sin plantas, un factor determinante en la producción de
oxígeno y la alimentación de los animales, y por ende los humanos podrían dejar
de existir.
Además,
las preocupaciones también vienen por el lado económico, pues gracias al
desastre alimenticio a nivel global, los precios de los alimentos se verían
fuertemente afectados.
Mientras las abejas son susceptibles a muchas amenazas como
insectos y bacterias, un importante número de investigaciones se han enfocado
en el uso intensivo de los insecticidas como principal causa de este problema.
La
Unión Europea, en donde el número de abejas se ha visto reducido
alarmantemente en los últimos años, prohibió en mayo de este año, el uso de los
neonicotinoides, una familia de insecticidas que son los
más utilizados a nivel mundial. Sin embargo, estudios más recientes demuestran
que el problema va mucho más allá de este tipo de insecticidas y varias
campañas ya están en busca de una regulación mucho más amplia.
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