Crédito: Asahi News |
La cifra de muertos por la erupción del volcán Ontake en Japón subió a 48 el día de hoy (01 de octubre), mientras los equipos de rescate continúan con la búsqueda de personas desaparecidas.
La erupción tomó por sorpresa a los excursionistas el pasado sábado 27 de septiembre. Más de 250 personas se encontraban escalando y explorando los santuarios y centros turísticos del Monte Ontake, el segundo volcán más alto de Japón con 3,067 metros, cuando ocurrió la repentina y fuerte erupción.
¿Se pudo haber alertado a la gente?
Imagen: Reuters/Kyodo |
Japón cuenta con una red de alta tecnología para el monitoreo de sus volcanes, pero de acuerdo a varios vulcanólogos, la erupción del sábado fue probablemente una erupción freática, una explosión repentina y relativamente superficial que al entrar súbitamente en contacto el agua con el magma muy caliente ocasiona al instante la vaporización del agua con fuertes explosiones y produce expulsión de cenizas y bloques de roca calientes, prácticamente imposibles de predecir.
Una erupción freática es producida por agua y calor. Pensemos en el interior de un volcán como un horno de roca sólido con múltiples fracturas y conductos de magma. Cuando el magma asciende al interior del volcán, vibra produciendo lo que se conoce como "tremor volcánico" o micro sismos, esta vibración puede ser claramente registrada por sofisticados aparatos, pero esto no ocurrió el fin de semana en el volcán Ontake.
Cuando una nueva grieta se abre, una ráfaga de calor se escapa y si el agua subterránea se filtra por la grieta, el agua inmediatamente se convierte en vapor. Esta súbita transformación pulveriza la roca volcánica circundante y la expulsa violentamente al exterior. El vapor ocupa mucho más espacio (o volumen) que el agua, por lo que se expande y es expulsado hacia todas partes, haciendo un agujero a los lados o en la cima del cono.
De acuerdo a los científicos, las grietas pueden abrirse sin previo aviso, pero los terremotos frecuentes o fuertes en un volcán con una historia de erupciones freáticas implican una mayor vigilancia o monitoreo.
A principios de este mes, la Agencia Meteorológica de Japón (JMA) había advertido de temblores volcánicos en el Monte Ontake. Los temblores fueron pequeños terremotos que se consideraron normales para este tipo de volcanes, por lo que las autoridades no levantaron el nivel de alerta del volcán. Como ya señalamos no hubo señales de que el magma fuera en ascenso, ni se registraron cambios en la superficie del suelo o gases humeantes en la cumbre.
¿Va a expulsar lava?
A veces, las erupciones freáticas vienen antes de una erupción de lava. Por ejemplo, la increíble explosión del volcán Krakatoa en Indonesia, en 1883, fue primero una erupción freática. Las enormes explosiones de lava siguieron después. Regresando a la erupción del sábado pasado, nadie ha visto lava fresca en el Monte Ontake.
La Agencia Meteorológica de Japón cuenta actualmente con alertas para 11 volcanes, entre ellos ONTAKESAN -como se le llama en Japón-. La última erupción freática en el Monte Ontake fue en 2007 y su última explosión volcánica en 1979.
Foto tomada por Mori Shota que se encontraba escalando la montaña al momento de la erupción |
El mortal flujo de cenizas que la explosión del sábado provocó cubrió 3 km de la montaña y la nube de ceniza se elevó entre 7 y 10 km., atrapando lamentablemente a muchos excursionistas. Recordemos que un flujo piroclástico (mezcla de gases, cenizas y fragmentos de rocas ardientes) puede alcanzar 700 grados centígrados y velocidades superiores a los 161 km/h.
Independientemente, los gases volcánicos como el dióxido de azufre también pueden sofocar a las personas y las rocas expulsadas a gran velocidad pueden aplastarlas y causar heridas fatales.
Se cree que cerca de 200 personas pudieron abandonar la zona por su propio pie o fueron evacuados con la ayuda de helicópteros militares.
Foto:AP |
Finalmente y pese a la persistente actividad volcánica del Ontake, unos 1000 miembros de las fuerzas del ejército, policía y bomberos siguen participando en las operaciones de rescate.
En conclusión, nunca hay que confiarnos de un volcán activo.
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