En su infancia, y
tal vez incluso en su adolescencia la Tierra y Marte eran muy parecidos. Cada
mundo rocoso fue acribillado por volcanes, y canales de agua corrían por ambas
superficies. Ambos planetas fueron cubiertos por una atmósfera y cada uno
alberga rocas que sólo podrían haberse formado en lagos y océanos. Hace cuatro
mil millones de años, si algún visitante alienígena se colocaba en la
superficie de ambos planetas, un cielo azul idéntico pudiera haber sido
contemplado.
Pero al igual que
cualquier hermano, los dos planetas cambiaron a medida que crecieron. Un núcleo
de hierro líquido en la Tierra formó un campo magnético (proceso conocido como
dinamo), que protege al planeta de los rayos solares. De alguna manera, el dinamo
magnético en Marte murió. la Tierra, de mayor tamaño, se aferró a su atmósfera
y el pequeño Marte, con sólo el 38% de la gravedad de la Tierra, vio su aire
despojado. La Tierra mantuvo sus océanos y su ciclo del agua, y Marte se
convirtió en el polvoso, seco y muerto mundo que hoy conocemos.
¿Cómo sucedió esto?
Y ¿por qué le sucedió a Marte y no a nosotros? Es la mayor pregunta sin
explorar. La respuesta puede arrojarnos pistas sobre la historia de Marte, y el
tiempo en que pudo haber albergado vida. La sonda MAVEN (Mars Atmosphere and
Volatile Evolution Explore) fue lanzada hoy para averiguarlo.
Fuente: popular
science
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