La
Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamó en 2009, el 18 de julio como
el "Día Internacional de Nelson Mandela". Un reconocimiento y
homenaje al ex presidente de Sudáfrica por sus aportaciones a la cultura de la
paz, la igualdad y la libertad.
Para gran parte
del mundo, Nelson Mandela fue el icono de la era de la liberación moderna, que
comenzó con Mahatma Gandhi y alcanzó su apogeo con las primeras elecciones
democráticas de Sudáfrica en 1994.
Lo que es menos
conocido, es que su lucha por la libertad política estaba estrechamente
asociada con el deseo de desarrollar una capacidad científica y tecnológica.
El apartheid no
se limitó únicamente a separar razas. Probablemente, el más destructivo de sus
legados fue el restringir a los no-blancos de conseguir alguna formación
técnica. Aún peor, esta exclusión no fue exclusiva de Sudáfrica, sino parte de
una cultura política más amplia, que definió a África como una región con bajos
niveles de conocimiento tecnológico.
Mandela
comprendió que la exclusión de la educación era un factor limitante para el
desarrollo. Él dijo que la educación es " el arma más poderosa con la que
se puede cambiar el mundo".
Motivado por
esta preocupación, Mandela prestó su nombre para la creación de una nueva
generación de Institutos Africanos de Ciencia y Tecnología , vistos como el
comienzo de una nueva generación de universidades africanas de
investigación. Dos de ellos ya se han establecido en Tanzania y Nigeria,
y una tercera está prevista en Burkina Faso.
Los institutos
también se inspiraron bajo la idea de que África no había sido capaz de
utilizar plenamente sus abundantes recursos naturales, debido a la falta de
capital humano, el conocimiento, las habilidades y la infraestructura
científica.
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